lunes, 29 de abril de 2013

Primeras experiencias con las netbooks en el aula

Hace ya tres años que llegaron las netbooks a la escuela, como en la mayoría de los casos, supongo, fueron recibidas con entusiasmo por algunos, y con desgano por otros. Yo estaba en el grupo de los entusiasmados.Ese año me tocó trabajar con chic@s de 5ºgrado. Al principio costó mucho ponernos de acurdo con la organización del uso de tan preciado "recurso" (¿es solo un recurso?),  dónde las gurdamos, cómo hacemos para ir a buscarlas, dónde las enchufamos, cada cuánto hay que cargarlas, quién se encarga de enseñarnos a usarlas, qué se puede hacer con las compus, fueron algunas de las cuestiones a solucionar. Así que fue recién a mitad de año que comenzamos a usarlas en el aula. después de varios días de familiarizarnos con ellas, comenzamos un trabajo que parecía sencillo: los chicos tenían que narrar una experiencia que habíamos vivido en la montaña y colocar la foto que se sacaron ese día, luego enviarme el trabajo para la corrección e impresión del mismo. Llevó mucho tiempo. Yo no sabía cómo enviarles las fotos y qué debían hacer ellos para enviarme el trabajo a mi. El referente Tic que había sido asignado a la escuela solo venía cada 15 días y debía atender a la demanda de todos los docentes. Por suerte un alumno de 7º grado,  al que solo conocía hasta el momento porque pasaba mucho tiempo en la puerta de dirección, se ofreció a ayudarnos. Me explicó muy didácticamente los pasos que debía realizar desde la notbook, y ayudó a algunos chicos a enviarme el trabajo. Practicamente fue el referente Tic de la escuela hasta que egresó. Fue maravilloso ver cómo cambió la relación de este alumno con la escuela en general, su autoestima, su vínculo con los docentes, entre otras cosas, pero la escuela sigue sin una figura que se encargue de acompañarnos, de revisar las netbooks para que todas funcionen al momento de utilizarlas. Entonces, es cierto que cambió el paradigma, es cierto que debemos alfabetizarnos y alfabetizar digitalmente, pero siguen faltando recursos humanos y materiales para que la revolución de la que habla Ken Robinson se haga realidad.